29 diciembre 2013



Lo propio de una chica impulsiva con el corazón roto es coger el teléfono, a pesar de que no debería hacerlo, para llamar al chico que nunca ha llegado a entenderla del todo y decirle todo lo bueno y todo lo malo que pueda ocurrírsele a la vez, como que le odia profundamente por no poder dejar de quererle, aun cuando hay veces que la ha hecho sentir absolutamente invisible.

Hablar sin parar, solo porque le duele el pecho casi tanto como el tiempo que pasa sin saber de él. Hablar por hablar. Hablar para nada. Porque por más que le diga que el inmenso desastre en el que se han convertido podría pararse si viniese a buscarla, no va a servir de nada. Él es el chico que nunca la ha entendido. Y nunca la va a entender.

La distancia es distancia y solo sirve para alejarse.
De nada sirve que pase más tiempo.

Por eso desaparezco.

5 comentarios:

Juan Rodríguez Millán dijo...

Siempre he pensado que hay gente que no merece recibir algunas llamadas. Y cada día que pasa, lo tengo más claro.

Hemem Lamed Alefhe dijo...

En mi opinión...todo lo que se hace por impulsos fugaces, inesperados, suelen ser o maravillosos o errores tremendos. Lastima que no sé sepa hasta después de que suceda. Un saludo

Melodías por escrito dijo...

¡Hola! Acabamos de descubrir tu blog y te seguimos desde ahora. Ojalá que también te guste nuestro espacio
¡Un abrazo grande de parte de los tres!
www.melodiasporescrito.com

anoniman dijo...

Es tan dificil decir adios

Unknown dijo...

ese impulso de hablar, de decir todo lo que en el pecho arde y duele a la final es un error, porque el dolor sigue ahi...